Infografía del proceso de alfarería tradicional
En su forma de trabajo y producción hay un equilibrio con los ciclos naturales, la temporada de siembra y las fiestas comunitarias. La elaboración tradicional casi no produce ningún subproducto y al terminar la vida útil las piezas vuelven a la tierra.
Proceso tradicional de alfarería
Hacer alfarería tradicional lleva mucho tiempo y esfuerzo. Crear una sola pieza puede tomar meses, porque no es solo cuestión de moldear barro: hay todo un proceso que requiere conocimiento, paciencia y mucha dedicación, desde conseguir los materiales hasta terminar cada objeto. Todo esto no sigue los tiempos ni la lógica de la producción en masa que suelen exigir el mercado o los consumidores.
La mayoría empieza a aprender desde chicas, jugando con el barro y observando lo que hacen las mujeres mayores. Las piezas que hacen suelen ser objetos que se usan todos los días, como ollas, cántaros o comales, aunque también crean otras para celebraciones o rituales de la comunidad.
Todo empieza sacando la tierra de la montaña. Pero antes de hacerlo, las mujeres hacen una ofrenda llamada Xochitlalli, para agradecerle a la madre tierra lo que están por tomar. Luego dejan la tierra en remojo unos días, la mezclan con mármol molido y ahí recién pueden empezar a moldear. Trabajan con las manos y con lo que la naturaleza les da, por eso cada pieza es única.
Después de moldearla, la dejan secar cerca o sobre el fogón, y una vez seca, la bruñen, que es rasparla con una piedra de río o un cuarzo para dejarla lisa. El último paso es la quema, que hacen al aire libre con encino del lugar, lo que deja esas marcas tan características en las piezas. Es un trabajo intenso, lleno de conocimientos que se han pasado de generación en generación.
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